Él sabe lo que va a ocurrir.

Sabe que lo van a traicionar, apresar, abandonar, torturar y matar. ¿Si vos lo supieras qué harías? Él lo sabía ¿qué hizo?

En esto hay un profundo mensaje de humanidad y se aplica particularmente en tiempos de zozobra.

Los tres Evangelios sinópticos empiezan el relato preguntando a Jesús: “¿Dónde deseas comer el cordero?” y en los tres casos la respuesta sorprendente es que todo estaba decidido y dispuesto de antemano.

Él no ha dejado librado al azar el encuentro del jueves, ya tenía preparado el lugar antes de que los discípulos lo preguntaran, es decir una vez más la evidencia, remarcada por nuestro Pastor, de que “El Señor primerea”. Él sabe lo que necesitamos antes de que se lo pidamos.

De esa última cena hay muchísimas enseñanzas y derivaciones que podemos aplicar a la vida cotidiana, pero hoy quiero concentrarme en un aspecto: ¿de qué manera vivimos el día anterior a una calamidad inevitable, que estamos seguros de que va a suceder? ¿qué haríamos si hoy supiéramos que es el último día de nuestra vida? Y hay tres aspectos que para mí son cruciales en este relato: Compartir, Preparar y Perdurar.

 

COMPARTE: Independientemente de lo que va a suceder, aún no sucedió. No vive anticipadamente el futuro, vive el presente y en ese presente comparte, la palabra, el pan y el vino. Comparte la palabra con la que instruye, responde, ora y comparte la palabra silenciosa de los gestos: lava, purifica, bendice. Aún está aquí y ahora, todavía puede hacer partícipes a los demás de sus alegrías y dolores. Santifica la fiesta, disfruta la cena. Crea comunidad.

PREPARA: les adelanta lo que va a suceder, inclusive al pobre Pedro le dice que lo va a negar tres veces antes de que cante el gallo y a Judas le dice que lo va a traicionar. A todos les anuncia que va a morir y a resucitar. La preparación no evita el desbande, pero permite reunirse después de la huida. El desbande es fruto del temor, de la sorpresa, de la incredulidad; la reunión es fruto del recuerdo, del sentido, de la conciencia. Crea comunidad.

PERDURA: instaura la Eucaristía, presencia real, viva y operante de nuestro Señor. Todo Él en un pedazo de pan. Si tuviéramos conciencia de lo que significa la Eucaristía no podríamos dejar de adorarla, por eso es un milagro cotidiano que la comunidad celebre la Eucaristía y que, bajo la forma de pan y vino, nuestro Señor siga acompañándonos, nutriéndonos, consolándonos, cuidándonos. Mientras escribo esto recuerdo hace pocos días la oración de nuestro Pastor por el mundo y su rostro viendo al Santísimo expuesto. El Señor y el Pastor mirándose. Pedro y Jesús nuevamente cara a cara. Crea comunidad.

Esta es la enseñanza más valiosa para mí en este tiempo. Desde el presente, mira sobre la desventura y crea comunidad para que tengas futuro: Comparte, Prepara, Perdura.

En eso radica la sensatez: el dolor, el miedo, la angustia del porvenir no lo lleva a dejar de disfrutar el instante presente y tratar de construir un futuro posible. No para Él sino para nosotros.

Falta transitar la noche de la muerte, pero ya alumbra la luz de la Pascua.

Por eso Señor te rogamos que nos ayudes a ser comunidad: algunos nos esconderemos, algunos te negaremos, algunos te acompañaremos al pie de la cruz… pero todos volveremos a reunirnos y recordaremos toda nuestra vida esta Pascua tan especial.

 

Un abrazo a la Majada

Ernesto