“Un Dios que se hizo hermano”

 

 

Índice de retiro

 

Les propongo que hagamos un retiro. Un momento de silencio para reflexionar sobre la última encíclica de nuestro Pastor. Es una maravilla más que nos ha regalado. 

Por eso quiero mostrarte como esta encíclica se inscribe dentro de su pastoral, que tiene una enorme coherencia. 

Hagamos un rápido recorrido por sus encíclicas y exhortaciones apostólicas: 

 

  1. “Lumen fidei” (29 de Junio de 2013) nos habla de que la Fe es una luz que ilumina toda la realidad del hombre y así la Fe es una manera nueva de comprender la realidad, toda la realidad, aún la más oscura y sombría se ilumina con la luz de la Fe en la misericordia del Padre. 

  2. “Evangelii gaudium" (24 de Noviembre de 2013) nos exhorta a vivir la encarnación de esa Fe en cada uno de nosotros: “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría.” (EG,1). 

  3. “Laudato si” (24 de Mayo de 2015) nos hace reflexionar sobre el cuidado de la casa común, como una manifestación concreta de la Fe en Dios creador y signo de la fraternidad humana, con nuestros congéneres pero también con nuestros descendientes, para quienes tenemos la obligación de entregarles un mundo un poquito mejor de lo que lo recibimos.   

  4. “Amoris laetitia” (19 de Marzo de 2018) como ese amor que nos ha renovado a cada uno se expresa en la Iglesia doméstica que es la familia en que vivimos: como la vida de cada familia debe ser un espejo de la vida del Iglesia y como la Iglesia debe ser familia. 

  5. “Gaudete et exsultate” (19 de Marzo de 2018) nos habla de vigencia de la vocación a la santidad en el mundo contemporáneo y nos hace reflexionar sobre la coherencia entre ser portadores de una buena nueva y hacerlo alegremente ¿Cómo podemos transmitir una buena noticia tristemente? También en esa exhortación rescata la vida ejemplar de muchas mujeres santas, empezando a jerarquizar el rol de la mujer en la vida de la iglesia. 

  6. “Christus vivit” (25 de Marzo de 2019) nos hizo escuchar la voz de los jóvenes. Como un padre que escucha a sus hijos así nuestro Pastor nos permitió percibir las necesidades, angustias y esperanzas de los más jóvenes. Ciertamente muchas de ellas inspiradoras de nuevos caminos por explorar.

  7. “Querida amazonia” (2 de Febrero de 2020) es la encarnación de la Laudato si en nuestro continente, es el llamado a obrar con coherencia en nuestra propia casa. Permitiéndonos oír las voces de los excluidos, los marginados y los explotados por un sistema que permite la depredación en nombre de la eficiencia e impidiendonos la convivencia respetando todas las personas y culturas. 

  8. “Fratelli tutti” (3 de Octubre de 2020) profundiza aún más Amoris laetitia, si somos capaces de ser transformados por la Fe y vivimos la alegría del evangelio en el amor familiar, ahora nos toca ampliar el horizonte hacia el hermano, hacia los otros miembros de nuestra familia humana.

 

¿Qué sientes cuando lees estos documentos? 

 

A mi me pasa que cuando miro estos siete años, estos ocho documentos y repaso las homilías de nuestro Pastor, noto una dinámica similar a los latidos de un corazón: nos transporta de la sístole del encuentro íntimo con Dios, que nos regala el don del Fe a la diástole del cuidado de la casa común, pasando por el cuidado de la familia, de los jóvenes, de nuestras comunidades y de nuestros hermanos.

Pero además de estos movimientos del corazón, que hablan de la vitalidad de la Iglesia, la sangre que nutre ese cuerpo y vitaliza ese músculo es la de la misericordia de Dios. 

Nuestro Pastor ha hecho de su pontificado el ministerio de la misericordia. Nos muestra un Dios que es un Padre que nos ama más allá de nuestras faltas, que nos espera más allá de nuestros desvaríos y que sale a nuestro encuentro más allá de nuestros temores. 

La experiencia de la misericordia del Padre y la conciencia de nuestra fragilidad forman parte de nuestra condición de hijos y hermanos. 

Todos somos pecadores perdonados.

Pero va más allá. 

La Revelación de que Dios es uno y trino, nos muestra que unidad y comunidad, identidad y diversidad, misterio y diálogo, son esenciales a la misma intimidad de Dios.

Por eso la revelación es siempre sorprendente. La historia del Pueblo judío nos había preparado para la venida del Mesías, pero no nos había preparado para que Dios se hiciera nuestro hermano, para que el Padre nos afiliara en el Hijo y, mucho menos, para que el Hijo nos regalara su Madre al pie de la cruz. 

Somos hermanos tanto por parte de Padre como por parte de Madre. 

Hermanos en la divinidad por gracia de Dios y hermanos en la carne por la naturaleza humana. 

Hermanos en la Fe y en la Gracia, pero también hermanos en la historia, en las limitaciones, en las necesidades y en el dolor. 

Hermanos en las angustias y en la esperanza, en lo grande y en lo pequeño, en lo trascendente y en lo minúsculo.

En Fratelli tutti, el Papa Francisco profundiza en nuestra condición de hermanos como el núcleo pivotal de nuestras relaciones que trasciende toda diferencia. 

En la hermandad estamos unidos aunque seamos diferentes, estamos interrelacionados aunque seamos libres y nos cuidamos mutuamente simplemente por ser hermanos.

 

¿Qué significa entonces ser hermanos? 

 

El hermano tiene varias particularidades. 

En primer lugar, es el pariente que nos acompaña durante más tiempo de nuestra vida. Ni nuestros padres, ni nuestros hijos están tanto tiempo a nuestro lado. 

En segundo lugar nos acompañan durante nuestro crecimiento, es decir durante nuestra conformación como personas y muchas veces colaboran activamente, a veces demasiado activamente, en que comprendamos la relación entre límites y libertad; desborde y encauzamiento; alegría y tristeza. 

En tercer lugar, el hermano está en extinción en el mundo “desarrollado”, cada vez más somos hijos únicos. Esta encíclica nos invita a recuperar la fraternidad como un valor y ha reconocer a nuestros hermanos como esenciales para nuestra vida.

Fratelli tutti en los primeros ocho números de la encíclica nos invita a preparar nuestro cerebro y nuestro corazón para meditar sobre esto. 

Cómo a partir de nuestra filiación con Dios y con María, a partir del modelo de fraternidad con Cristo y en la Iglesia, comprendemos que esa fraternidad incluye a todo hombre y se extiende a toda nuestra vida, afectos, quehaceres y hasta nuestro hábitat. 

A lo largo de la encíclica nuestro Pastor nos va a hacer reflexionar sobre:

 

¿Qué significa ser hermanos?

¿Cómo se vive esa hermandad?

¿De qué manera interactuamos con los demás?

¿Qué significan las fronteras entre hermanos?

¿Qué es la proximidad entre hermanos?

¿Cómo debe ser la política entre hermanos?

¿Cuál es el rol de la propiedad entre hermanos?

¿Cómo acordar o disentir entre hermanos?

¿Qué es Evangelizar entre hermanos?

 

De todo esto va a tratar nuestro Pastor en la encíclica, pero hoy, en el primer día de nuestro retiro, quiero detenerme en dos párrafos que me parecen cruciales para comprender la motivación de este texto:

 

“En aquel mundo plagado de torreones de vigilancia y de murallas protectoras, las ciudades vivían guerras sangrientas entre familias poderosas, al mismo tiempo que crecían las zonas miserables de las periferias excluidas. Allí Francisco acogió la verdadera paz en su interior, se liberó de todo deseo de dominio sobre los demás, se hizo uno de los últimos y buscó vivir en armonía con todos. Él ha motivado estas páginas.” (FT,4)

 

Contrapone nuestro Pastor dos realidades, una la idea de la muralla que separa el mundo exterior, como tierra de desmanes, luchas y conquistas, con el intramuros como un área segura, dejando como consecuencia periferias excluidas y miserables. 

El problema de esta lógica es que los muros de las ciudades rápidamente se trasladan a los barrios, a las casas y hasta las habitaciones de las personas, por lo tanto, un mundo en conflicto lleva la guerra hasta la intimidad de los hogares. 

Frente a esa realidad surge el modo de ser hermanos de San Francisco, empieza a gestar la paz en el interior, se despoja del deseo de dominio, se hace último y vive en armonía. 

El desarme de las naciones empieza con el desarme personal. 

La apertura de las fronteras empieza con las puertas abiertas de nuestro corazón. 

El mundo no tiene por qué ser un lugar de conquista, dominio, opresión y marginalidad, puede ser también un lugar de encuentro, cooperación, diálogo e integración. 

Ese anhelo lo expresa magistralmente nuestro Pastor, en el segundo párrafo en el que quiero detenerme: 

 

“Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos.” (FT,8) 

 

Si aquella contraposición buscaba hacernos pensar en cómo, hace ocho siglos, un hombre tuvo la valentía de desarmarse y despojarse para ir al encuentro del hermano, hoy debemos ser capaces de “soñar como una única humanidad”. 

Sueño, no del que está vencido por la fatiga, sino del que está convencido que sus anhelos y esperanzas, desvelos y trabajos, creatividad e inteligencia, son compartidos por todos y, de qué manera, muchos buscan la construcción de un mundo más humano, más amigable y más justo. 

Basta la conciencia de que “somos hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos” para que podamos trabajar juntos, a pesar de nuestras diferencias, sin perder nuestra identidad ni claudicar de nuestras convicciones, como hermanos que somos.

Por eso te invito a soñar:

 

¿Cómo es el mundo que sueñas?

¿Has incluido a tus hermanos?

¿Imaginas cómo está la persona que está sola, abandonada o sufriendo?

¿Qué te impide ir a su encuentro?

¿Qué muralla te protege y te separa?

¿Has estado alguna vez sólo, abandonado o sufriendo y alguien vino a tu encuentro?

¿Te has puesto a pensar cuántos han participado activamente para que tu vida sea la que es?

¿Imaginas alguien más desafortunado que quien es gestado en una mujer que podría haber sido repudiada, debe huir para evitar el asesinato, no tiene dónde descansar su cabeza, es torturado y condenado injustamente, se sortean hasta sus vestiduras y muere como malhechor?

Ese nos hizo hermanos. 

 

Un abrazo a la majada y seguiremos con el día dos del retiro: meditando sobre “Las sombras de un mundo cerrado”.

Ernesto

 

Foto de Helena Lopes en Pexels