A. Espíritu que nos invita a cuatro movimientos para para la construcción de la paz:
1. Buscar: lo que nos hace humanos, lo que sirve al bien común, la paz, la concordia, la justicia, el amor.
2. Diseñar: espacios de encuentro, de diálogo, de inclusión, de educación, de sanación, de reconciliación,
3. Levantar: puertas que reciban, ventanas que ventilen la desconfianza y la ira, techos a la agresión y el insulto, graneros generosos para la hambruna.
4. Desechar: grietas por donde se cuelen la envidia, la maledicencia y el odio; lujos inútiles y espacios aislados dónde crece el moho y se acumula el rencor.
B. Espíritu que nos invita a la coherencia en la Fe:
1. Ser “hombres nuevos”:
amigos de Dios,
escuchan al hermano,
socorren al herido,
oran por los que los persiguen,
auxilian a la viuda y protegen al huérfano.
2. Pensar de un “modo nuevo”, es decir buscar la presencia de Dios a través del conocimiento y dar razones de nuestra esperanza.
3. Sentir de un “modo nuevo”, no soy yo el que posee a Dios sino Dios el que me posee. Instrumento de sus manos al servicio de los hermanos. Esto supone aceptar la sabiduría de la cruz y la locura del amor del Padre.
4. Actuar de un “modo nuevo”, es servir al necesitado, sin importar su condición, su raza, religión o manera de pensar.
5. Relacionarse de un “modo nuevo”, enfrentando los conflictos de un modo firme pero no violento, veraz pero no crítico, inteligente pero no acomodaticio, más ocupado en cambiar el futuro que en juzgar el pasado.
6. Rezar de un “modo nuevo”: supone entender que a Dios podemos acceder en la intimidad de nuestro corazón.
Que aún en la más limitada de nuestras condiciones podemos decir “amén”,
Que aún en la más arriesgada de las decisiones podemos decir “fiat”,
Que aún en la más encumbrada de las posiciones no somos más que hombres
Que aún en la depresión más profunda somos “hijos de Dios”.
C. Espíritu que nos invita a una ética minimalista: no intentes cambiar el mundo si primero no cambias tu corazón.
“Es posible un mundo más justo, más humano, más amable, más vital, más respetuoso: es el mundo que está al alcance de tu mano. En ese mundo siempre se puede ser más cuidadoso de la vida, más ecológico, más higiénico, más controlado, más ordenado, más servicial, más humano.
Uno no es responsable de cuidar la vida, pero si tu vida.
Uno no es responsable de que el mundo sea más justo, pero si tu mundo.
Uno no es responsable de que la humanidad sea más humana, pero si tu humanidad.
Siempre hay un corazón al que decir: Nada es imposible para Dios.
Nuestro corazón.”
D. Espíritu que nos invita a comprender que “Cristo es todo en todos”, significa que es también Él quién es masacrado, lacerado, torturado y arrollado en cada uno de nuestros hermanos que sufren.
Cada niño que no nace, cada niño asesinado, violado, golpeado, cada joven drogado, cada mujer abandonada, cada viejo asesinado, es un Viernes Santo que se repite incansablemente.
Pero ese “viernes santo cotidiano”, es un llamado a que nosotros cambiemos esa realidad.
Cuando preguntamos a Dios:
¿Qué haces? ¿Dónde estás? ¿Por qué no actúas?
Debemos recordar que nosotros somos la respuesta del Señor.
Somos nosotros la palabra encarnada, que se acerca en su nombre al que está dolido, lastimado o moribundo.
Somos nosotros la bienaventuranza del que está desconsolado, del que está perseguido, del pobre y del hambriento.
Somos convocados a ser uno con Él Resucitado. Esa realidad que hace temblar nuestra Fe y que nos conmueve hasta los cimientos es la Común Unión, la Comunión, la Eucaristía del Pan vivo que se hace carne transformando nuestra carne en nuevo Pan.
Somos seres muy limitados pero debemos recordar que cuando parezca que nada podemos hacer… siempre podemos rezar y eso empieza a generar el cambio.
Hasta la semana que viene.
Foto de Paulo Márcio Dos Santos en Pexels
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